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sábado, 17 de diciembre de 2016cermi.es semanal Nº 239

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Opinión

Abraxas

Sexualidad y discapacidad

Por Arturo San Román Ferreiro

17/12/2016

Arturo San Román Ferreiro, Experto en Comunicación SocialLa figura del Asistente personal se abre paso poco a poco y eso posibilita que las personas con discapacidad con grandes  necesidades de apoyo o con discapacidades funcionales puedan decidir en igualdad de oportunidades su vida y ejercer con dignidad sus derechos. El Asistente Personal ayuda a realizar las tares cotidiana, como levantarse, ducharse, comer, salir de casa, y así una larga lista hasta completar la necesidad básica de la persona.
 
Sin embargo, se habla poco, muy poco, de una necesidad que es consustancial al ser humano: La sexualidad.  La sexualidad de las personas con grandes discapacidades  es un tema tabú. No aparece casi nunca en las conversaciones, rara vez el tema ocupa espacio en foros o encuentros donde se reflexiona sobre necesidades y derechos de las personas con discapacidad.
 
Hay una tendencia generalizada al reduccionismo: sexualidad igual a sexo. Y este reduccionismo es perverso porque desvirtúa la esencia de la sexualidad. La ternura, las caricias, la necesidad de sentirse tocado o simplemente que te abracen forma parte de la sexualidad y por lo tanto de las necesidades emocionales de la persona, y esta es una necesidad emocional imprescindible para sentirse vivo.
 
En el caso de la mayoría de las personas con discapacidad con grandes  necesidades de apoyo o discapacidades funcionales, vivir su sexualidad es casi imposible por muchas razones que parecen obvias, sin embargo cuando uno reflexiona sobre ellas resulta que no todas son tan obvias como parecen.
 
Para estas personas mantener una relación sentimental es complejo porque su propia discapacidad reduce su círculo social, limitándolo casi exclusivamente a la familia, y en el mejor de los casos al asistente personal.
 
Es real que este tipo de discapacidades no se incluyen en los "estándares" que la sociedad entiende como atractivos y por lo tanto se convierten en invisibles. Pero también es real que son hombres y mujeres y se sienten como tal, y esto es tan real como que tienen las mismas necesidades que cualquier hombre o mujer sin discapacidad aparente. Y esto último es lo que se pone en duda en gran parte de la sociedad, una sociedad que tiende a pensar que "es obvio" que estos colectivos de personas viven en un mundo diferente donde no tiene cabida la vida sexual porque "bastante tienen con lo suyo". Y así de una manera tan simplista y de nuevo reduccionista se acaba con el problema.
 
Pues no, el problema existe y debemos darle soluciones, porque estamos hablando de derechos de una parte la población.
 
El artículo 23 de la Convención sobre los derechos de las PERSONAS con DISCAPACIDAD, dice "las personas con discapacidad disfrutarán de igualdad de oportunidades de tener relaciones sexuales e íntimas". Y añado yo que es obligación de las diferentes administraciones crear e implementar medidas para que la igualdad de oportunidades que menciona el artículo sea una realidad.
 
Una de las medidas, desde mi punto de vista, debe ser la regulación del Asistente Sexual. Soy consciente de que es una figura controvertida y que a muchas personas les produce rechazo moral por su asimilación a la prostitución. Pero hay diferencias muy importantes entre la prostitución y el Asistente Sexual, la primera es que en la prostitución es todo genitalidad, no existe ningún tipo de emoción fuera del estricto placer físico, otra gran diferencia es la falta de complicidad y empatía, y, sobre todo, en la prostitución quedan fuera todos los valores más importantes de la sexualidad.
 
La relación con el Asistente Sexual se basa, precisamente, en todos esos valores que no se dan en la prostitución. El Asistente se convierte en un cómplice capaz de sentir empatía, porque la sexualidad no tiene que ser necesariamente genitalidad, la sexualidad es, además, ternura, caricias, risas y todas aquellas sensaciones que consiguen que te sientas bien contigo mismo y con el entorno.
 
Creo que es bueno  dotar de un marco legal a un servicio que sirve para cumplir el art.23 de la Convención, además evitaría ese morbo malsano que acompaña siempre al sexo que está fuera de lo "tradicional" y sobre todo solucionaría un grave problema para la personas con discapacidad funcional y sus familias, familias que en muchos casos sufren porque no encuentran soluciones o se ven obligadas a recurrir, a  escondidas, a otros servicios "profesionales" que solo pueden solucionar la parte física del problema pero no soluciona la emocional.
 
Hay una deliciosa película que yo les recomiendo, la película se llama “Las Sesiones”, nominada al Oscar y ganadora de dos Globos de Oro y toca este tema en tono de comedia inteligente y clarificadora.
 
No sé si esta propuesta es la mejor posible, pero lo que si tengo claro es no se puede mirar para otra parte como si el problema no existiese, porque si no solo quedará la hipocresía de "haz lo que debas pero que yo no lo sepa".
 
Arturo San Román Ferreiro, experto en Comunicación Social
arturosanromanf@
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